La mayoría de los tratamientos oncológicos producen alteraciones dermatológicas. Por ello, el cuidado de la piel durante el tratamiento es muy importante. Durante este período la piel suele ser más sensible y vulnerable a las infecciones, por lo que la limpieza y la hidratación son muy importantes.
Cuando una persona pasa por un tratamiento oncológico, uno de los primeros órganos en reflejarlo es la piel del rostro. Un proceso de estas características no solo implica la pérdida del cabello y del vello facial (cejas y pestañas), sino que también hace que la piel se vea muy apagada y las ojeras marcadas. Además, la medicación produce una serie de consecuencias en la piel: las más frecuentes son la deshidratación, descamación, irritaciones o inflamaciones (dermatitis) y prurito, manchas oscuras, aumento de la flacidez e hipersensibilidad al sol.
Estos efectos secundarios ponen de manifiesto la enfermedad e influyen en la calidad de vida del paciente, ya que la piel está tirante, puede aparecer picor, malestar o incluso dolor. Por ello, es muy importante proporcionarle a la piel cuidados especiales, tanto faciales como corporales, durante este período, y ser constante, no sólo para minimizar y aliviar los signos que deja la enfermedad en la piel, sino también para favorecer la recuperación de la autoestima y la propia imagen personal.
Recomendaciones generales
Recomendamos utilizar productos destinados al cuidado de las pieles atópicas o sensibles. Es preferible evitar el uso de aceites esenciales, eligiendo productos sin perfume o hipoalergénicos.
Es aconsejable el uso de productos preferentemente naturales, evitando parafinas y otros aceites derivados del petróleo; siliconas (dimethicone, amodimethicone, etc.); alcohol; agentes espumosos irritantes (sulfatos); estabilizantes, agentes espumosos reguladores de pH como DEA o TEA; antioxidantes sintéticos BHA y BHT; tetrasodium EDTA; polímeros acrílicos como carbomer y sodium polyacrylate; agentes antibacterianos sintéticos como el triclosan; conservantes sintéticos como parabenos y phenoxyethanol; filtros solares químicos como oxybenzone y octylmethoxycinnamate…
El Aloe Vera, la Caléndula, el Espino Amarillo, la Manzanilla, y la Rosa Mosqueta son cinco plantas medicinales muy prácticas y beneficiosas para la higiene y el cuidado de las zonas afectadas. Sus propiedades emolientes, antiinflamatorias y cicatrizantes ayudan a limpiar, calmar, y regenerar la piel más rápido de lo esperado.
Otros ingredientes recomendables son: el Escualeno porque es un aceite que posee una gran afinidad por la piel, ya que es unos de los componentes principales del sebo humano; el extracto de Malva, que es calmante y lenitiva; las mantecas de Karité y Cupuazú, ricas en polifenoles (antioxidantes), que hidratan y aportan elasticidad a la piel; los aceites vegetales ricos en ácido linoleico, que es esencial para regenerar la epidermis; el Ácido Hialurónico, ya que la piel concentra un 56% del que hay en el cuerpo. Entre sus propiedades destacan que es higroscópico, capaz de retener mil veces su peso en agua, y que actúa como antiinflamatorio.
Limpieza de la piel
Como en toda rutina, se debe comenzar por la limpieza. Aconsejamos evitar los jabones muy alcalinos que resecan demasiado la piel. Para el cuerpo se recomiendan los jabones neutros a base de aceite de oliva o aceites o cremas de ducha hidratantes y poco espumantes. Para la limpieza facial las mejores fórmulas son los aceites puros, como por ejemplo los de avellana, almendras dulces, jojoba, o las mezclas de varios aceites, y las leches limpiadoras que reparan y nutren la piel, al mismo tiempo que la limpian.
Otros consejos a tener en cuenta son:
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Controlar la temperatura del agua. Es preferible lavarse con agua templada, y evitar focos de calor o frío.
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Evitar el uso de esponjas; masajear la zona con los dedos.
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No frotar la piel al secarla; debes eliminar la humedad presionando, por contacto, siempre con toallas de algodón suave.
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Evitar los productos exfoliantes, peelings o tratamientos antienvejecimiento que contengan alfa hidroxiácidos como el ácido glicólico o derivados retinoides.
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Evitar la manipulación manual traumática de los poros para su limpieza.
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Utilizar un champú neutro o hidratar el cuero cabelludo si se ha perdido el pelo.
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No utilizar colonias ni desodorantes que contengan cloruro de aluminio.
Hidratación
Es importante aportar un grado extra de hidratación a la piel, por lo es preferible optar siempre por texturas nutritivas. Además de las cremas y pomadas hidratantes destinadas al cuidado de las pieles secas, sensibles o atópicas, las cremas de bebés pueden ser también una buena opción. Un consejo a tener en cuenta es añadir unas gotas de aceite vegetal a la crema hidratante para enriquecerla y aportar un extra de nutrición.
En el caso de tratamientos de radioterapia, nunca se deben aplicar productos en la zona a irradiar antes de la sesión; siempre se aplicarán después, ya que pueden interferir con el tratamiento. La zona a tratar debe estar limpia y libre antes de recibir el tratamiento.
Protección solar
Unos de los cuidados básicos durante esta etapa es la protección solar. La gran mayoría de los tratamientos oncológicos son muy fotosensibilizantes, por lo que es recomendable utilizar un protector solar de amplio espectro, es decir, que proteja frente a todo el espectro de radiación visible (UVA, UVB e infrarrojos). Recomendamos optar por protectores solares minerales con filtros físicos naturales sin nanopartículas. Los más habituales son dióxido de titanio y óxido de zinc. Estos filtros reflejan la radiación del sol impidiendo que esta penetre en la piel, evitando así la formación de radicales libres y previniendo problemas de alergias.
Los expertos recomiendan utilizar pantalla total (FPS 50+) en las zonas afectadas y evitar las exposiciones directas al sol. Siempre que sea posible, las zonas afectadas o irradiadas se deben mantener al aire libre, y se aconseja evitar las exposiciones al sol durante el tratamiento, y al menos un año después.
Maquillaje
El maquillaje también puede ser de gran ayuda a la hora de normalizar la vida de una mujer que está pasando por esta enfermedad, ya que puede ayudar a recuperar una imagen similar a la que se tenía antes de empezar el tratamiento.
Se recomienda utilizar maquillaje mineral, sin perfumes, o BB creams que aportan un tono uniforme a la piel al mismo tiempo que la hidratan. Conviene evitar los pigmentos o colorantes sintéticos.
La gran dificultad son las cejas y las pestañas, ya que son elementos que definen por completo la expresión de una persona. En este sentido es muy importante aprender a utilizar el maquillaje para volver a sentirte tú misma. No se aconseja la utilización de cejas y pestañas postizas, ya que los pegamentos pueden ser irritantes.
Otros consejos:
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Evitar utilizar esparadrapo en las zonas irritadas y mantener siempre la piel seca
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No rascar las zonas dañadas
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Utilizar ropa cómoda y realizada con fibras naturales
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Utilizar detergentes naturales hipoalergénicos