Consejos en la ducha

ducha ¿Es saludable ducharse a diario?

El hábito de la ducha diaria se ha desarrollado en España hace unas tres o cuatro décadas. Pero los hábitos pueden resultar perjudiciales cuando se realizan en exceso, y cada vez son más los estudios que desaconsejan la ducha diaria, como el estudio liderado por el doctor Richard Gallo de la Universidad de California, en el que se explica que las células de la capa córnea, que es la más externa de la piel, pueden verse dañadas por el exceso de agua y jabones. Estas células cumplen una función una defensa contra las agresiones del medio ambiente y además retienen la humedad, pues producen una capa fina (el manto hidrolipídico) que ayuda a recubrir la dermis y mantener la humedad de la misma.

Por otro lado, algunos dermatólogos hablan de una cuestión de "higiene inadecuada" más que de "exceso de higiene", y aconsejan seguir ciertas pautas, además de adaptar la frecuencia del baño a las necesidades de cada persona, teniendo en cuenta su actividad física, su entorno, el clima, etc.

No abusar del jabón

Los jabones con muchos ingredientes químicos pueden disolver las sustancias que componen el manto hidrolípidico que protege y mantiene hidratada la piel, y además pueden causar alergias. Lo más recomendable es utilizar productos suaves, formulados con bajo contenido en detergentes que respeten el pH del mánto ácido de la piel, y con aceites vegetales que ayuden a regenerar la barrera protectora.

Las zonas más sensibles como axilas, área ano-genital, pies y manos requieren de un enjabonado diario, pero en el resto del cuerpo no es necesario abusar, y el arrastre del agua puede ser suficiente.

Temperatura del agua

Las duchas con agua caliente tienen efectos perjudiciales para la capa externa de la piel, ya que destruyen las células que la forman, resecando la piel y causando flacidez.
Lo más recomendable es ducharse con agua que vaya de fría a tibia, pudiendo aumentar la temepratura unos grados en los días fríos de invierno, si llegar a que aparezca vapor y se empañen los vidrios del baño.

Uno de los beneficios del agua fría (24º) es que tienen un efecto tonificante gracias a su acción vasoconstrictora periférica, aumentando la presión arterial. Por ello, tras una ducha fría nos sentimos inmediatamente más despiertos y más activos.

Evitar el cloro

El cloro contiene toxinas que pueden ser abrasivas para la piel. Si además nos duchamos con agua caliente, los poros se abren y la cantidad de cloro que se absorbe es mayor, causando daños en el tejido celular a largo plazo. El cloro hace que la piel se reseque y se agriete, produciendo prurito.

Uso de esponjas y exfoliantes

Las esponjas deben ser lo más suaves posible, y se deben dejar secar al sol después de cada uso para evitar la aparición de hongos y mohos.

Los exfoliantes pueden utilizarse sólo sobre piel sana (se debe evitar su uso sobre piel irritada o inflamada), y no se recomienda su aplicación más de una vez al mes, que es la frecuencia aproximada con la que la piel se renueva. El aumento de la frecuencia de uso de este tipo de productos puede interrumpir el ciclo regenerador de la piel haciendo que la piel se estrese y se vuelva más escamosa y sensible.

Hidratación

Después de la ducha se recomienda la aplicación de aceites o cremas hidratantes o emolientes, para ayudar a mantener la piel hidratada. Es importante aplicarlas inmediatamente después del baño, con la piel aún fría y un poco húmeda porque se absorben mejor.

Además, a los insectos no les gusta la piel hidratada, por lo que estaremos menos expuestos a las picaduras si mantenemos un buen nivel de hidratación.

Secado

Lo ideal es secarse al aire, pero si no resulta posible, conviene utilizar una toalla realizada en un material que sea lo más suave posible para que no irrite la piel. El secado brusco puede lesionar la piel. Por ello, cuando nos sequemos con la toalla no conviene frotar, sino presionar suavemente la misma sobre la piel, hasta secar toda la superficie corporal.

Es importante estar completamente seco antes de vestirse para evitar la proliferación de hongos, especialmente en las zonas con mayor calor y humedad como los pies y grandes pliegues.

toalla

 

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