El Aloe Vera es una planta originaria del norte y del este de África y de la Península Arábiga.
Es una planta perenne, con hojas suculentas dispuestas en rosetas, alcanzando los 50 cm de largo y los 7 de grosor; las hojas están compuestas de tres capas: una protección coriácea exterior; una capa fibrosa debajo de ésta, donde se concentra la aloína, el ingrediente activo empleado como laxante en preparados farmacéuticos, y cuyo gusto amargo sirve a la planta como protección contra los predadores; y un corazón gelatinoso donde almacena sus reservas de agua y con el que se preparan innumerables productos farmacéuticos.
El aloe se cultiva para uso medicinal y como planta decorativa.
Actualmente, hay más de 250 diversas variedades reconocidas de aloe, de las cuales, solamente tres o cuatro tienen características curativas o medicinales significativas. La más potente de éstas, rica en vitaminas, minerales, aminoácidos, y enzimas es Barbadensis Molinero del Aloe, conocido comúnmente como Aloe Vera.
La palabra «aloe» es derivada del árabe «alloeh», que significa: «la sustancia amarga brillante»; la palabra «vera» viene del latín y significa: «verdadera». En dicha época antigua, esta variedad era considerada el más eficaz producto medicinal. No se sabe el tiempo que se reconoce como planta medicinal.
La razón principal por la cual el Aloe Vera ha sido tan ampliamente difundido en tratamientos de belleza, se ha debido principalmente a sus propiedades excepcionales para la piel.
Por sus propiedades astringentes el aloe vera tiende a secar la piel sin embargo al mismo tiempo ayuda a hidratarla en cierta profundidad y a evitar la pérdida de agua gracias a los polisacáridos que contiene. Ayuda también a regenerar el ph natural de la piel. Debido a su actividad enzimática mejora el riego sanguíneo y elimina las células muertas de la piel. La lignina, que es otro de sus componentes, tiene una acción regenerativa y anti-infecciosa sobre la piel.
Componentes químicos:
- Aloemodina: regula el funcionamiento de la mucosa intestinal.
- Aloeoleína: mejora úlceras duodenales y estomacales. Disminuye la acidez.
- Aloetina: neutraliza el efecto de las toxinas microbianas.
- Aminoácidos: interviene en la formación de proteínas.
- Carricina: refuerza el sistema inmune y ayudaría a las defensas.
- Creatinina: resulta fundamental en las reacciones de almacenaje y transmisión de la energía.
- Emolina, emodina, barbaloina: generan ácido salicílico de efecto analgésico y antifebril.
- Fosfato de manosa: agente de crecimiento de los tejidos con efecto cicatrizante.
- Minerales: Calcio, Magnesio, Fósforo, Potasio, Zinc, Cobre.
- Mucílago: actividad emoliente sobre la piel.
- Saponinas: antiséptico.
- Fitosteroles: de acción anti-inflamatoria.
- Mucopolisacáridos: responsables de la hidratación celular.
- Hormonas vegetales: estimulan el crecimiento celular y la cicatrización.
- Enzimas: intervienen en la estimulación de las defensas del organismo.
Aplicaciones más comunes:
- Acné, por su acción anti-infecciosa y su capacidad para restaurar el ph ácido de la piel.
- Quemaduras, ayudando a aliviarlas.
- Cortes y heridas, evitando que puedan quedar cicatrices.
- Cuidado del pelo y del cuero cabelludo, ayudando a prevenir y curar problemas como el exceso de caspa o grasa .
- Hemorroides y venas varicosas.
- Psoriasis, erupciones y manchas de la piel.
- Picaduras de insectos.
- Dolores musculares.
- Problemas digestivos.
- Artritis.
- Sinusitis y asma.
Precauciones:
No emplear durante el embarazo ya que los glúcidos de la antraquinona son fuertemente purgantes.